Fidjie Story: El Guardían de los Secretos

lunes, 22 de agosto de 2011

El Guardían de los Secretos

En abril asistí a la presentación y firma de Invierno, la novela de la estupenda y cachonda Zínnabar. Yo, con mi escaso conocimiento de la actualidad literaria, iba con los deberes hechos por esta parte, pero no conocía a la otra autora del evento, Carolina Iñesta Quesada, ni su obra, El Guardían de los Secretos. Aún así, la breve introducción que nos hizo, los vídeos que habían preparado algunos lectores y sus positivas opiniones, y especialmente, la ilusión y la entrega que demostraba Carolina por su novela, me convenció rápidamente para pillar allí mismo un ejemplar y llevármelo firmadito a casa.

El Guardián de los Secretos es una novela romántica de aventuras, cargada de elementos reales y varias referencias a personalidades históricas. Tal y como nos la vendieron, la historia trataba sobre descubrir y/o destruir un libro de gran importancia para la Iglesia Católica al estilo de El Código Da Vinci, con Erzsébet Bathory, la Condesa Sangrienta, como uno de los personajes principales (más una historia de amor con un chiquito guapo de por medio). La cosa pintaba la mar de interesante, especialmente por el morbo que podía ofrecer la historia de una asesina de jovencitas, que gusta de darse baños de sangre para conservarse joven eternamente. Pero desde entonces hasta hoy no había logrado terminar de leerlo.

Yo no soy muy lectora, pero si me engancho, me engancho (cosa que me ocurrió con Invierno, que me lo leí en dos días, sin soltarlo ni para comer). En este caso, he tenido que pasar más de 250 páginas hasta encontrar el punto en que la cosa me arrastrara por fin.  Y es que al poco de empezar la lectura no pude evitar catalogarla de ingenua y obvia. Ingenua porque los personajes, que persiguen un codiciado manuscrito desde varios frentes, van siempre con la verdad por delante y revelan sus intenciones delante de todo el mundo. Sin giros, sin misterios, sin mentiras, confiando plenamente unos en otros. Tan solo un personaje en muy segundo plano hace la pirula. Pero de los que controlaban el cotarro, me costaba creer que fueran tan cándidos. Y obvia, porque después de tanta ingenuidad, no podía esperar ya giros bruscos que descompusieran el ritmo sin prisa pero sin pausa de la historia. Por cada personaje ingenuo, se daba un paso seguro en la búsqueda del códice. Sin errores, sin dudas, siempre acertando a la primera, siempre con algún secundario espontáneo que con toda su buena fe, echaba una mano en el momento y el lugar oportunos. El gran secreto que los personajes tratan de descubrir parecen ya conocerlo de antemano, incluída la ambiciosa descendiente de la condesa. Incluso, el ingrediente secreto es tan obvio que con solo nombrar a la condesa Bathory ya sabe uno cuál es.

La narrativa, fluída y ligera, me pareció que abusaba de la primera persona, del punto de vista de la protagonista femenina, que pronto se ciega en lo maravilloso y perfecto que es su compañero masculino, sin dar pie apenas a atisbar la historia desde la perspectiva del resto de personajes, todos ellos con unas convicciones más claras y definidas desde el principio. Todo aquello que no concierne directamente al interés de Anna (la protagonista) o a lo que alcanza su vista, pasa de forma rápida y sin entretenerse. De ahí que no se llegue a desarrollar de forma más profunda la amistad entre Anna y Vincent, o que la referencia a la condesa sangrienta aparezca casi "por necesidad" de tener un villano claro y directo en el que no alberguen dudas de cuál es su posición en la historia.
Aún así, Carolina sabe narrar la historia por etapas, cumpliendo en cada una de ellas su cometido (resolver el acertijo para la siguiente pista, descubrir si el personaje más cercano es aliado o enemigo, avanzar un paso más en su romance con Thomas), contando una historia equilibrada donde nada sobra y nada falta, con una introducción, desarrollo y conclusión fácilmente diferenciadas tanto en el hilo argumental como en los personajes.

Si bien Thomas es el personaje más activo y sorprendente de la historia (el único que escapaba un poco de la linealidad de la historia), es Vincent el que a mí me ha conquistado. El joven monje rubio y noble, al que se podía ver su expresión escandalizada y su nerviosismo constante, que se rebela contra su orden con tal de seguir sus ideales. Vincent era ingenuo de verdad, o muy buena persona, así que no desentonaba verlo dejarse arrastrar por lo que requiriera el momento. He echado en falta más muestras de complicidad con Anna, más camadería con Thomas, más enfrentamientos con su orden, en fin, un desarrollo mayor de un personaje que no estaba puesto solo en un momento concreto, sino que es enfocado en primer plano.

Tal vez toda mi opinión esté infundada por mi perspectiva de la vida, o mi situación actual, o mi escepticismo, porque al recordar aquella presentación, la pasión y la cantidad de sentimientos personales que la autora incluyó en la historia, puedo suponer fácilmente cuánto de su amor a su gente, a su tierra, a la ilusión de los viajes para documentarse, hay en la novela. Más que narrada desde la perspectiva de Anna, diría que está contada desde su propia perspectiva, imaginando que ella es la auténtica heroína que vive la aventura por Europa, se topa con un gran amor (de hecho, su novio se llama también Tomás) y descubre entrañables compañeros (como el cura de Santa María o la mención a su propia abuela). De ahí que, tras una grata experiencia escribiendo, no haya maldad ni en un solo rincón de la novela, todo se concentre en la abominable condesa sangrienta. Visto así, planteándote que vas a leer un viaje positivo, sin más pretensiones (porque otro punto a favor es que la historia no es nada pretenciosa, algo que temía al plantear "un secreto que cambiará el mundo") es una lectura agradable y sobre todo, muy visual, gracias a las extensas y detalladas descripciones y referencias a lugares como París o el Escorial.

Mención especial al capítulo de Elche, en el que se describe la Basílica de Santa María, el Palacio de Altamira o se cita a la virgen de Cantó xD. El poema para mí ha sido muy fácil de descifrar.

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