Fidjie Story: Crónica del concierto de Coldplay

viernes, 25 de mayo de 2012

Crónica del concierto de Coldplay

Estaba repasando en el blog mi última entrada sobre conciertos y me he dado cuenta d eque desde Pablo Alborán el verano pasado (del que ni siquiera escribí crónica) no había ido a ninguno. Entre unas cosas y otras, mi cuerpo y mis ánimos se han resentido en los últimos meses, así que necesitaba más que nunca una buena sesión de descarga e inspiración que limpiara mi alma y me dejara nueva, lista para seguir. Pero no esperaba que funcionara tan bien.

El show de Coldplay es la materialización de la "felicidad". Si tuviera que pintar un cuadro que definiera esa palabra, sin duda tendría que utilizar los colores, las luces y los símbolos de este espectáculo. Ni qué decir de la música. Desde el primer minuto hasta el final, todo lo que captaron mis sentidos fue alegría, optimismo, y la sobrecogedora sensación de ser parte de algo grande, al menos por un rato, algo que unió a 55.000 personas con un objetivo común. Y una de las grandes responsables era la sencilla pulserita luminosa que todos llevamos durante los 96 minutos de concierto y que creaba ese efecto de marea de luces que inundaba el estadio.

La fiesta comenzó con la melodía de "Regreso al Futuro" y unas "discretas" proyecciones en las cinco enormes pantallas circulares (discretas comparadas con todo lo que supusieron más tarde). Pronto las luces se encienden y comienza a sonar la intro Mylo Xyloto, el corazón ya se me empezaba a salir, pero estallé a la vez que los fuegos artificiales que arrancaron totalmente el concierto con mi favoritísima Hurts Like Heaven. Recuerdo aquellos cuatro minutos como los más bonitos que he visto nunca en un show, con cohetes, lásers, lucecitas por todo el estadio, y energía como para seguir saltando para siempre. Poco importaba lo lejísimos que estaba del grupo, a los que apenas veía. La música y las luces me embriagaban.
Tras tal momento de subidón incontenido, llegó In My Place, pieza clásica y arrebatadora donde las haya, en la que Chris Martin brincaba por la pasarela bajo una lluvia de confeti en forma de mariposas. ¿Se podía presenciar algo más mágico? Si en el cielo hubiera aparecido un arco iris en ese momento, a nadie le habría parecido fuera de lugar.



Siguiendo la animación, aunque aflojando algo, tocaron Major Minus, y tras ella, otro gran momento con The Scientist, una de las baladas más románticas, sencillas y emotivas que tienen (junto a Fix You, a mi juicio). Decenas de globos gigantes se repartieron por el público, que los empujaba de un lado a otro mientras Chris tocaba al piano y nos hacía corear eso de "nobody said it was easy". Al final de la canción se tomó una pequeña pausa para dar las gracias y soltar alguna que otra palabrita en español, para dar paso a su primer sencillo Yellow. El estadio entero se unió sin remedio a cantar tal clásico, bajo los potentes focos y pantallas amarillas. Ni las pulseritas hacían falta para ver todo el público iluminado por las pantallas de las cámaras grabando la canción.

Más fuerza se adquirió a golpes de guitarra y batería en Violet Hill. Aunque todo fuera alegría y felicidad, también supieron darle garra al show con canciones como esta o la maravitupenda God Put A Smile Upon My Face, la cual empezó de forma tan suave y delicada que ni parecía ser la que era, pero pronto arrancó a todo el estadio a brincar a lo bestia con tanto redoble. Mi cámara no captó nada con tanto salto xD (suerte que mi madre la tomó a media canción y algo se salvó xD, ¿pero cómo detenerte cuando el cuerpo se te va solo con tanta energía?). Algo de aliento nos fue devuelto en Princess of China, la colaboración con Rihanna, quien obviamente no estaba allí, pero de la que fueron emitidas imágenes grabadas preciosas, uniéndose a la voz de Chris. Se me sigue haciendo raro escuchar a Coldplay junto a otros artistas, pero la canción es mágica y el toque de Rihanna le da un punto exótico y novedoso.

Durante un breve ratito tuvimos algo más de calma con Up In Flames. A mi gusto, excesiva calma, no es una canción que me entusiasme. En cambio, mi corazón se aceleró cuando reconocí las primeras notas de Warning Sign, canción que ha sido muy simbólica en una de mis historias y que se ha teñido de absoluta melancolía. En ese momento recordé una frase que decía "la tristeza es hermosa", pero no lo es, solo cuando no la sientes puede parecértelo, al igual que un sacrificio puede parecer heróico, pero tras ello ante todo hay dolor. Aún así, me concentré en la belleza de la música y en la hermosa aura que rodea la canción y disfrute de lo poético del momento. No esperaba escuchar tal maravilla esa noche.

Pronto la fuerza y el optimismo volvió con A Hopeful Transmission, que da paso a la alentadora Don't Let It Break Your Heart, y continuó con una tanda de canciones supremas. Sin duda uno de los grandes momentos de la noche fue, cómo no, Viva La Vida. Debía oírse desde varias calles de distancias los coros de "ohohooooooh ohoh~~~~~" que no cesamos de cantar al ritmo del tambor, las palmas, los saltos, y esa sensación de hermandad y de disfrutar de la vida cuando suena esta canción. Me pareció solemne y mágica, como si esta canción fuera la banda sonora de grandes momentos en nuestras vidas y debiera sonar en cada victoria que consiguiéramos. Hay pocas canciones tan completas y redondas como esta. Sin querer que terminara, coreando y coreando sin parar, llegó Charlie Brown, otro momento muy esperado, pues en ella estaba el auténtico significado de las pulseritas. El estadio se apagó completamente y solo las luces de las pulseras lo iluminaron al ritmo de la canción. Es increíble como puede emocionar tanto un detalle tan pequeño, y convertirlo en algo tan grande. Cada vez que terminaba el estribillo y sonaba la guitarra principal, las luces bailaban con fuerza, haciendo honor a la frase "we'll run riot, we'll be glowing in the dark". Y sin cesar de brillar, llegó otra canción mágica, mi otra favoritísima Paradise. Tanto significa para mí esa canción y tanto me desboca el corazón cada vez que la oigo, que no pude evitar que se me cayeran las lágrimas y me abstrayera de todo y de todos. La pena es que el sublime fondo de cuerda fuera casi imperceptible por la fuerza de los altavoces y el protagonismo del piano en directo. La puesta en escena fue sencilla, sin apenas juegos de luces ni proyecciones especiales, pero para qué quieres más cuando todo está concentrado en un puñado de frases y las pulseras no dejan de brillar con toda su intensidad. Ellas fueron las protagonistas absolutas, haciéndonos partícipes de una canción tan personal. Quisiera que se me metiera esta canción en la cabeza y no se me fuera nunca.

Una pequeña pausa para engañar y hacer ganas en el público llegó. La gente no dejó de corear el típico "oeee oeoeoeeee" español, que tanto parece gustarle al grupo, reclamando que volvieran. Pero todo tenía su porqué, y al poco, Chris apareció en la otra punta del estadio, debajo de nosotros, subido a una pequeña tarima en medio del público. Allí más cerca que nunca de la gente, junto al resto de la banda, que se le unió poco a poco, tocó Us Against The World, seguido de Speed Of Sound. Sin parafernalia, sin efectos, solo ellos, sus instrumentos y nuestra presencia. La sencillez que desprende el grupo no es comparable a la de ningún gran artista al que haya visto en directo. Tal vez sea porque nunca le he prestado más atención de la necesaria a los chicos que a su música, o quizá porque su comportamiento, su trato y su actuacíón personal fuera tan humilde y sincera como su música en acústico.

Para terminar, volvieron al escenario en una carrerita, para volver a hacer saltar a la gente con otra gran pieza que es Clocks. Tanto Clocks como In My Place me parecen las dos obras maestras de A Rush Of Blood To The Head, y a nadie le pueden pasar desapercibidas las conocidas y pegadizas notas de piano. Para reunir algo de fuerza antes del colofón final, bajo un puñado de lásers rojos y sentado al órgano, sonó la sobrecogedora "tocafibras" Fix You. ¿Se pueden decir cosas más bonitas que las de esta canción? "Lights will guide you home, and ignise your bounds", todo ello frente al mar de lucecitas. Fue especial, tremendamente especial cómo nos arrancaron y nos levantaron a dar saltos de emoción incontenida al ritmo de la guitarra y la batería final, reforzadas con unos oportunos fuegos artificiales que sorprendieron a todos.

Y la despedida llegó con una última y esperada canción, Every Teardrop Is A Waterfall. Las pulseras se encendieron, y animados a corear a todo pulmón, comenzaron a sonar los acordes del "Ritmo de la noche". Todos palmeábamos, saltábamos y cantábamos con esta otra pieza que parece intentar alcanzar a su hermana mayor Viva La Vida y que, aunque no la alcanza en supremidad, bien contagia con su espíritu. Qué oportuna es esa parte que dice "and all the kids they dance, all the kids all night, til the Monday morning feels another life". Ojalá el lunes no hubiera llegado tan pronto, pues los seis meses de espera han pasado en un suspiro, condensándose en apenas hora y media.

Pero valió la pena todo el esfuerzo, el gasto, el frío y hasta la lluvia (que cayó el diluvio universal durante la actuación de Rita Ora), porque aún conservo la alegría. Incluso en días de trabajo tan difíciles como los de esta semana, u otros factores que te arrancan la sonrisa, se recupera volviendo a recordar estos buenos momentos.

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